8/12/13

El centru más importante del mundu na investigación de partìcules acueye a científicos formaos na Universidá d'Uviéu

Científicos asturianos na investigación de vanguardia mundial nel CERN

A partir de las siete de la mañana la vía principal que atraviesa las instalaciones de la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN), a las afueras de Ginebra (Suiza), soporta un tráfico tan intenso como el de cualquier ciudad: camiones de reparto, vehículos de trabajadores y decenas de coches blancos con el anagrama del centro. El punto del planeta más importante en investigación de partículas amanece cubierto de hielo y la niebla ginebrina se congela causando un «orbayu» de nieve. Pero la actividad importante ocurre cien metros bajo tierra, donde se buscan las respuestas a los interrogantes del Universo: ¿de qué está compuesta íntimamente la materia que conocemos?, ¿qué es la misteriosa materia oscura que representa la cuarta parte del cosmos y que se intuye analizando la rotación de las galaxias?, ¿qué sucedió en los instantes previos al Big Bang para que la naturaleza se comporte del modo que percibimos? Miles de físicos, ingenieros y técnicos de todo el mundo (de los cuales unos 500 son españoles y entre ellos hay varios asturianos) trabajan en una institución que cumplirá en 2014 sesenta años de vida y que constituye todo un paradigma de lo que significa la ciencia: colaboración en paz entre países, persecución del conocimiento, rigor hasta el mínimo detalle y generación de tecnología abierta a la sociedad. Dos ejemplos: la «world wide web», que permite las páginas que inundan internet, nació en un despacho del edifico número 2 del centro; gracias al CERN se construyen aparatos más eficaces para detectar el cáncer.
    Bajo el suelo del CERN, cruzando incluso la frontera con Francia, discurre el Gran Colisionador de Hadrones (LHC), un enorme conducto rodeado de electroimanes superconductores ultrafríos que dirigen protones a lo largo de una circunferencia de 27 kilómetros. Se trata de un enorme trabajo de ingeniería y precisión milimétrica para lograr la colisión de estas partículas, presentes en el núcleo atómico. Todo está calculado hasta la obsesión. «Incluso se midió la leve influencia gravitatoria que la Luna ejerce sobre el suelo y que en el mar causa las mareas», cuenta José Miguel Jiménez, natural de Granada y responsable del departamento de vacío del CERN. En enero será designado jefe del departamento de tecnología del colisionador. Cualquier pequeña perturbación que afecte al vertiginoso recorrido que los paquetes de protones realizan por el acelerador debe ser estimada. Una de las anécdotas que se cuentan en el CERN tiene que ver con el anterior acelerador, el LEP. Periódicamente, a cierta hora, el haz sufría una muy leve perturbación. Un técnico se percató de que la causa era un efecto eléctrico asociado al paso del tren de alta velocidad francés, a un kilómetro de distancia.
    El acelerador de partículas permite que los protones colisionen en varios puntos del anillo, donde se encuentran cuatro enormes detectores que llevan los nombres de CMS, ATLAS, LHCb y ALICE. En todos ellos existe una relevante participación española, no sólo científica, sino también tecnológica. La ciencia española de partículas vive su momento dorado: «Nunca antes habíamos estado en un descubrimiento de la envergadura del bosón de Higgs», explica el valenciano Antonio Pich, catedrático de Física Teórica en el Instituto de Física Corpuscular de la Universidad de Valencia. Está al frente del CPAN, un organismo que aglutina a todos los centros de investigación españoles en física de partículas, nuclear o astropartículas. El programa que permitió constituir esta red está a punto de extinguirse y aunque el Gobierno se ha comprometido a seguir financiando la investigación en partículas en España (ya se ha constituido una comisión específica) la incertidumbre financiera en un momento tan dulce causa inquietud. «Cuesta mucho llegar a la posición que tenemos, y en física de partículas, si no estás aquí, mejor te dedicas a otra cosa», dice ante el imponente detector ATLAS, de 45 metros de largo y 25 de altura. Numerosos investigadores formados en universidades españolas optan por vincularse a instituciones de otros países para seguir trabajando en el CERN.
    Dos asturianas constituyen un ejemplo de «fuga de cerebros»: la ovetense Bárbara Álvarez González y la gijonesa Rebeca González Suárez. Ambas trabajan desde hace años en el CERN y en los detectores que hallaron el bosón de Higgs: ATLAS y CMS, respectivamente. Las dos se formaron en la Universidad de Oviedo, pero en la actualidad están ligadas a universidades norteamericanas. Rebeca González muestra con orgullo el gran experimento CMS al que se vinculó ya en 2008, cuando realizaba su tesis precisamente sobre la detección del bosón de Higgs. Siguió trabajando en Ginebra, pero ya con la Universidad Libre de Bruselas, y ahora permanece gracias a la Universidad de Nebraska. «Hay una gran comunidad de españoles en el CERN, nos mantenemos comunicados por medio de una lista de correo y siempre quedamos o comemos juntos», cuenta mientras a sus espaldas se realizan tareas de mantenimiento en el detector.
    Bárbara Álvarez González recibe a LA NUEVA ESPAÑA en un despacho del edificio 40 del CERN que utiliza el grupo de Física de Altas Energías de la Universidad de Oviedo, en el que se formó. Trabaja en el análisis de las colisiones que se producen en el detector ATLAS pero bajo el manto de la Universidad Estatal de Michigan. Esta científica asturiana ya participó en la búsqueda del bosón de Higgs en otro de los grandes aceleradores mundiales: el Tevatrón de Fermilab, al oeste de Chicago. En aquella ocasión no fue posible dar con la escurridiza partícula por las limitaciones energéticas del acelerador. «El bosón de Higgs no se ve en los detectores, porque se desintegra muy rápidamente, pero lo que sí vemos es el resultado de esa desintegración», explica ante una pizarra en la que detalla cómo se identifican las diferentes partículas en un detector.

Megaconstrucciones n'el CERN
Isabel Fernández, informática de Siero, lleva veinte años en Ginebra   El grupo de Altas Energías de la Universidad de Oviedo es la referencia para un puñado de físicos asturianos que se abren camino en una de las investigaciones más trepidantes de todos los tiempos. El profesor Javier Cuevas es el responsable de la parte experimental de este grupo, y ha sido el enlace con el CERN para que muchos asturianos prosiguiesen allí su formación o iniciasen su carrera investigadora. «El grupo asturiano en CMS trabaja en el análisis de parte de los datos que salen de las colisiones. El objetivo es tratar de descubrir nueva física, y con eso nos referimos a acontecimientos como la detección del bosón de Higgs, que ocurrió el año pasado, o buscar supersimetría, que se hará en 2015. Contribuimos en un montón de actividades que ayudan a que el experimento funcione correctamente», explica Isidro González Caballero, profesor en la Universidad de Oviedo y del grupo de Altas Energías.
    La crisis y las restricciones presupuestarias también afectan a los científicos que se dedican a la física de partículas. «Estamos a punto de atravesar una línea roja», admite Antonio Pich, responsable de la red CPAN. «Nos afecta, no sólo para financiar grupos de investigación, sino para construir los experimentos. Hay cierto riesgo», señala Isidro González. «Las instituciones españolas han contribuido de manera significativa en estos experimentos; no han sido espectadores, sino parte activa», añade para resaltar que «empresas españolas han construido piezas fundamentales del LHC, lo que implica que tienen una gran posición tecnológica, porque se trata de realizar elementos únicos para un instrumento único en el mundo». De hecho, señala, Asturias ha sido la segunda comunidad autónoma más beneficiada por contratos a empresas. Esos contratos constituyen buena parte del retorno económico de la financiación aportada por los 20 estados miembros. Quizás los científicos sean la parte más visible del CERN, pero no la única: «Además de los científicos hay ingenieros, informáticos y personal de administración que son españoles y trabajan contratados por el CERN, porque tienen la valía que requiere el nivel de exigencia de este centro», asegura el físico asturiano de origen leonés.
    Los científicos españoles resaltan la importancia de que el compromiso español en el centro europeo esté consolidado y no sujeto a vaivenes. «Estar aquí requiere convencer a las instituciones y a los otros países de que puedes hacerlo bien, y eso necesita una financiación constante, una presencia continuada, estabilidad y fiabilidad para que el CERN confíe en que vas a responder a los retos que te plantee», añade Isidro González.
    Una sierense, Isabel Fernández González, natural de Hevia, abrió las puertas del CERN a los informáticos asturianos. Llegó al centro hace ya veinte años, para realizar su proyecto de fin de carrera a través de la Universidad Politécnica de Madrid. Había ido a formarse a la capital de España porque a principios de los años 90 no existían en Asturias los estudios de Ingeniería Superior de Informática. Acabó trabajando para los servicios generales del CERN, que son el paradigma opuesto al de los científicos: si los físicos buscan deslumbrantes descubrimientos, los encargados de la maquinaria administrativa del CERN persiguen lo contrario: pasar desapercibidos, ser transparentes. «Actualmente estamos trabajando para crear un "service desk" para que los usuarios dispongan de una ventanilla única que les permita contactar de un modo sencillo y eficaz con todos los servicios que el CERN debe prestarles», explica. El objetivo es que cualquier problema de un investigador del CERN pueda resolverse con una llamada, ya se refiera a una complicación en el transporte o al extravío de una llave. Este tipo de servicios, similares a un servicio de asistencia 24 horas, son habituales en empresas de tecnologías de la información. «Lo novedoso es utilizarlo en los servicios generales», detalla Isabel Fernández.
    Y es que el CERN no es sólo un enorme laboratorio: es una pequeña ciudad. «Tenemos servicios de limpieza, transporte, médicos, bomberos, y todo debe funcionar de forma transparente para que los físicos puedan trabajar», señala la asturiana. Un ejemplo innovador: el CERN cuenta con una flota de vehículos que están a disposición del personal. Se prestan de forma gratuita y pueden cogerse y dejarse en cualquier punto del centro. En verano existe un servicio similar con bicicletas, más orientado a los estudiantes: únicamente deben abonar una fianza al principio y luego pueden hacer uso de cualquier bici que se encuentre en las instalaciones.
Una amistad acabó convirtiéndose en una colaboración y en un programa de becas para informáticos asturianos en el CERN. Los lazos que unen a Isabel González y a Víctor González, profesor en la Escuela Politécnica de Gijón, han permitido que informáticos asturianos acudan al CERN a trabajar en proyectos de colaboración de hasta tres años. «Hemos tenido decenas de ingenieros informáticos de Asturias que han venido a colaborar con diferentes proyectos; creo que es una oportunidad de trabajo una vez acabados los estudios, y, sobre todo, en un entorno como este». Casada y con dos hijas, reside en un pueblo francés en la frontera con Suiza. Y aunque tiene la vida hecha allí, aprovecha las vacaciones para regresar a Asturias: «Siempre se vuelve», dice con una sonrisa.
    Carmen Álvarez Pérez, ovetense de 26 años, es otro rostro asturiano en los servicios administrativos del centro. Trabaja en recursos humanos y tras concluir sus estudios pasó el verano como estudiante. Ahora tiene un contrato «fellow» por tres años. Su responsabilidad es tener a punto las herramientas de gestión de contratos y las páginas de trabajo. «En el CERN hay cerca de 2.500 empleados y más de 11.000 científicos de todo el mundo que utilizan sus infraestructuras, a quienes llamamos usuarios», explica. Regresar para trabajar en Asturias no está por ahora en su horizonte: «El CERN es una gran oportunidad de trabajo en todos los sentidos», asegura.
No sólo es una oportunidad para científicos, ingenieros e informáticos. También lo es para las empresas. Lo saben bien las asturianas Duro Felguera y Asturfeito, por ejemplo. La primera se encargó de la construcción de más de 361 cámaras de vacío y un centenar de módulos de servicio para la línea que abastece de helio líquido al acelerador y lo refrigera. También construyó piezas del detector ATLAS. La avilesina Nortemecánica suministró al CERN vigas y soportes para los grandes experimentos. La firma Asturfeito inició en el 2000 su colaboración con el centro, y ésa fue la llave que le abrió todo un negocio en el que ahora es uno de los líderes: el suministro de equipos para instalaciones científicas. «Aquel no fue un contrato de gran volumen, pero sí sirvió para introducirnos en la rueda. Ahora tenemos proyectos en cinco continentes, trabajamos para la NASA, para instalaciones en Japón y estuvimos en el gran proyecto de radiotelescopios ALMA», explica Belarmino Feito. «Es un sector con un alto nivel de exigencia y elevados controles de calidad», señala el empresario; pero cree que es una oportunidad de negocio clara para las empresas españolas, en las que los costes no son bajos, por lo que cabe hacer bandera de la calidad y la investigación.
    Rolf Heuer, director del CERN, es un tipo cercano, alto, de cabello blanco y que habla con un inglés que suena a alemán. Exhibe el orgullo que ha supuesto para la institución haber recibido el premio «Príncipe de Asturias» por el descubrimiento del bosón de Higgs junto a los teóricos que predijeron su existencia. «El premio está ahora en mi despacho, pero pronto instalaremos una vitrina para que todo el mundo que trabaja en el CERN pueda verlo», explica. El galardón asturiano alivia la pequeña espina clavada que le queda al centro por no haber sido incluido en el premio Nobel, que sí se han llevado los físicos teóricos Peter Higgs y François Englert. «Todo el mundo sabe que el CERN estaba ahí», dice Heuer con una sonrisa.
    Su última visita a España, para recibir el premio «Príncipe», le causó una doble satisfacción. La primera, el galardón en sí y su paso por Asturias, que tiene grabado en la mente: «Lo recuerdo todo, desde que llegas y eres recibido en la ceremonia con todas esas gaitas. Es algo que me ha sorprendido: nunca imaginé que Asturias estuviera tan llena de gaitas», dice a preguntas de LA NUEVA ESPAÑA. «Pero eso se añade a la atmósfera tan especial (que rodea al premio). La ceremonia fue muy agradable. Fue un acto memorable», añade.
    La segunda satisfacción surgió tras encontrarse con el ministro español de Economía, Luis de Guindos, después de haber recibido el premio. De aquella reunión salió un compromiso para que España abone los 77 millones de euros que debe a causa de retrasos en el pago de su contribución al CERN. En total, España aportará en 2014 110 millones de euros, 35 millones adicionales a los 75 que anualmente debe pagar el país como miembro de la institución. La asignación de cada estado miembro se determina en función de su producto interior bruto, y España debe contribuir con el 8,5 por ciento del presupuesto anual del CERN. «No suelo ser optimista, pero a este respecto lo soy», señala el director del CERN, quien destaca la relevancia de la aportación científica española. «Desde luego, la crisis no ha afectado a sus cerebros», bromea.
    El CERN está ahora inmerso en una parada técnica que le permitirá comprobar cada equipo y efectuar ajustes en los detectores. A partir de 2015 el gran acelerador volverá a ponerse en marcha, incrementando el rango de energía y propiciando mayor número de colisiones por segundo. Será el momento para adentrarse en las nuevas fronteras de la física y comprobar una de las teorías que tratan de explicar la realidad subatómica: la supersimetría.
    «La búsqueda de Higgs fue como buscar una aguja en mil pajares», explica Luis Álvarez-Gaumé, uno de los físicos teóricos más relevantes de España, que lideró la división teórica del CERN. «Los físicos experimentales han hecho un trabajo fascinante, en una de las medidas más difíciles que se han realizado en la historia de la humanidad», admite.
    El LHC se adentrará a partir de 2015 en un terreno pantanoso. Intentará averiguar si las partículas que prevén las teorías supersimétricas, a modo de «hermanos mayores» de las partículas ya conocidas, son la explicación para la materia oscura. También permitirá intuir si el mecanismo de Higgs está ligado a otro de los actuales interrogantes: la energía oscura, que hace que el Universo se expanda a un ritmo cada vez mayor. Otro de los principales retos será encontrar una respuesta a por qué el Universo está compuesto básicamente por materia y no por antimateria, cuando parece lógico pensar que en el Big Bang debió generarse materia y antimateria de forma equilibrada. «No tenemos claro si el Universo es estable o metaestable, si podría desintegrarse mañana. Parece que no, así que mejor seguir pagando las hipotecas», bromea Álvarez-Gaumé.
Asturianos trabayandu n'el CERN, Ginebra

     Lo que está claro es que el CERN ha cumplido con creces su eslogan: «Acelerando la ciencia». Tras el bosón de Higgs la física de partículas se lanza a la conquista de un espacio inexplorado, cargado de preguntas. Se trata de una aventura apasionante en la que España y sus científicos pueden seguir desempeñando un importante papel. El reto a medio plazo ya está sobre la mesa: Rolf Heuer ha convocado a los expertos para sopesar la construcción de un acelerador aún mayor, que tendrá una circunferencia de hasta 100 kilómetros. Será el modo de acercarse más y más al origen de todo, al Universo ardiente y extraño que se produjo inmediatamente después del Big Bang y que se convirtió en el actual siguiendo unas leyes que el ser humano comprende cada vez mejor pero a las que trata de encontrar un sentido.                 Fonte:  La Nueva España.

7 comentarios:

  1. Qué pena la fuga de celebros que se forman con un enorme esfuerzo intelectualal y económico familiar en nueses universidaes para depués regala-y los sirvíos en bandexa bien barata a los países y empreses estranxeres y que difícilmente van poder volver. Somos tan llistos que fabricamos técnicos perbién preparaos por que s'aprovechen d'ellos los estranxeros. Asina vamos bien.

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  2. Los universitarios y técnicos españoles (y astures) salen acaben y tán más preparaos que nunca.
    Lo malo ye que tanto esfuerzo personal y económicu-familiar solo sirva pa fabricar emigrantes de superluxu pa los europeos y americanos que s'aprovechen bien con sueldos y condiciones precaries.
    Tratar d'una sangría insoportable en desterciu del nuesu pecuniu presente y futuru y tien muncha razón Bermúdez en que somos una fábrica supercara y superbona que prepara técnicos "baratos" pa Europa en xeneral y p'Alemaña en particular.
    Reflexón: Y pa nós mesmos que ponemos la materia primo, les persones, y el dinero... ¿qué nos queda?

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  3. Los alemanes tienen bien onde escoyer y los nuesos políticos del PP y del PSOE, Tini Areces ente ellos, ufanos y satisfechos porque emigren con bon nivel científicu y asina la Merkel queda más apangada y contenta.

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  4. Un importante llabor qu'oxalá pudieren desenvolver nel nueso y so país pa bien de toos.

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  5. Munches más hores d'inglés y alemán na enseñanza pa poder salir a trabayar al estranxeru en bones condiciones. Eso sí que ye realmente importante.amás de una bona preparación técnica.

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  6. Inglés, alemán y chinu, porque les llingües minoritaries nun tienen chancen pa trabayar fora n'Europa nin los EEUU.

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  7. la Merkel quiere que falen l'alemán o daqué menos línglés; na China el chinu o línglés; nun saben qué ye l'euskera el catalán el gallegu o l'asturianu, y nun lo quieren.

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