Nicolas Sarkozy y su esposa, Carla Bruni, saludan a un grupo de seguidores del presidente tras su mitin electoral de ayer en Marsella
Sarkozy descartó ayer proponer la ratificación de la Carta Europea de Lenguas Minoritarias y Regionales, que supondría el reconocimiento oficial del euskera, catalán,bretón, corso, alsaciano,occitano,.....
Nicolas Sarkozy acudió ayer a su primer gran mitin de la campaña electoral en Marsella, a falta de dos meses para la cita con las urnas. Ante más de 10.000 simpatizantes, el presidente y candidato pronunció un discurso marcado por la defensa de la unidad y la identidad de Francia con acentos patrióticos, que en muchos pasajes se convirtió en un sentido himno de amor a la nación por parte de un mandatario que se presentó como «candidato del pueblo y no de una pequeña élite». Entre un constante flamear de banderas francesas, el líder conservador enfatizó que las reformas adoptadas en los cinco años de su mandato habían permitido a los franceses «escapar a una catástrofe» a consecuencia de la crisis económica y financiera «más grave y peligrosa que el mundo ha conocido desde los años treinta».
«Si un solo francés duda de lo que acabo de decir y quiere saber de qué nos hemos librado, le pido que mire lo que le ocurre hoy a un obrero griego, a un jubilado italiano o un funcionario portugués y que imagine lo que puede sentir un parado español, que tiene muy pocas opciones de encontrar un empleo porque el paro es allí tres veces más elevado que en Francia», planteó. Desde su punto de vista, Francia ha resistido mejor a la crisis gracias a los valores de trabajo, responsabilidad y autoridad que preconiza para reconquistar el Elíseo, como ya hizo en 2007 con una estrategia de rebañar los votos del electorado más a la derecha.
Sarkozy también lanzó un guiño a los votantes del ultraderechista Frente Nacional al postular la introducción de una dosis de proporcionalidad en el mayoritario sistema electoral francés con la meta de permitir a todas las corrientes políticas contar con representación parlamentaria. Además de a los ecologistas, la medida beneficiaría al partido de Marine Le Pen, que solo tuvo diputados entre 1986 y 1988 gracias a una efímera reforma instada por el entonces presidente, el socialista François Mitterrand.
Con su tercera esposa, Carla Bruni, sentada en primera fila junto al primer ministro, François Fillon, el presidente-candidato defendió los conceptos de familia y matrimonio como referencias profundamente ancladas en la conciencia colectiva de Francia en un claro desmarque de la postura de Hollande a favor del matrimonio homosexual. En esta línea conservadora, se dejó querer por el lepenismo al reiterar su apuesta por la 'inmigración cero' pues, de lo contrario, «cuando el paro sigue tan elevado, nuestra protección irá derecha a la quiebra».
Sarkozy descartó ayer proponer la ratificación de la Carta Europea de Lenguas Minoritarias y Regionales, que supondría el reconocimiento oficial del euskera, catalán y otros idiomas vernáculos. El presidente francés formuló este veto a una iniciativa a la que se muestra favorable su rival socialista, François Hollande.
En un discurso marcado por la defensa de la unidad y la identidad de Francia, Sarkozy opinó que ratificar la carta europea, adoptada por el Consejo de Europa en 1992 y firmada por París en 1999, no tiene la finalidad de vitalizar las lenguas regionales, «en las que creo». A su juicio cumplir ese trámite, que Francia es uno de los pocos países en tener pendiente, supondría «reconocer derechos lingüísticos a todas las minorías y ponerlos bajo el control de una Corte europea, que juzgará sin tener en cuenta nuestra historia nacional ni nuestras tradiciones republicanas».
Desde su óptica, enfocada en el jacobinismo centralista, la oficialización del euskera, catalán, corso, bretón o alsaciano conduce en último término al «comunitarismo y no a la defensa de un magnífico patrimonio de lenguas y culturas que forjan la riqueza de nuestro país». Esta idea sintoniza con la última reforma constitucional en la materia que en 2008 reconoció que esos idiomas pertenecen al patrimonio de Francia pero dejó intacto el artículo 2 de la Carta Magna que desde 1992 estipula que «la lengua de la República es el francés».
«Si un solo francés duda de lo que acabo de decir y quiere saber de qué nos hemos librado, le pido que mire lo que le ocurre hoy a un obrero griego, a un jubilado italiano o un funcionario portugués y que imagine lo que puede sentir un parado español, que tiene muy pocas opciones de encontrar un empleo porque el paro es allí tres veces más elevado que en Francia», planteó. Desde su punto de vista, Francia ha resistido mejor a la crisis gracias a los valores de trabajo, responsabilidad y autoridad que preconiza para reconquistar el Elíseo, como ya hizo en 2007 con una estrategia de rebañar los votos del electorado más a la derecha.
Sarkozy también lanzó un guiño a los votantes del ultraderechista Frente Nacional al postular la introducción de una dosis de proporcionalidad en el mayoritario sistema electoral francés con la meta de permitir a todas las corrientes políticas contar con representación parlamentaria. Además de a los ecologistas, la medida beneficiaría al partido de Marine Le Pen, que solo tuvo diputados entre 1986 y 1988 gracias a una efímera reforma instada por el entonces presidente, el socialista François Mitterrand.
Con su tercera esposa, Carla Bruni, sentada en primera fila junto al primer ministro, François Fillon, el presidente-candidato defendió los conceptos de familia y matrimonio como referencias profundamente ancladas en la conciencia colectiva de Francia en un claro desmarque de la postura de Hollande a favor del matrimonio homosexual. En esta línea conservadora, se dejó querer por el lepenismo al reiterar su apuesta por la 'inmigración cero' pues, de lo contrario, «cuando el paro sigue tan elevado, nuestra protección irá derecha a la quiebra».
Sarkozy descartó ayer proponer la ratificación de la Carta Europea de Lenguas Minoritarias y Regionales, que supondría el reconocimiento oficial del euskera, catalán y otros idiomas vernáculos. El presidente francés formuló este veto a una iniciativa a la que se muestra favorable su rival socialista, François Hollande.
En un discurso marcado por la defensa de la unidad y la identidad de Francia, Sarkozy opinó que ratificar la carta europea, adoptada por el Consejo de Europa en 1992 y firmada por París en 1999, no tiene la finalidad de vitalizar las lenguas regionales, «en las que creo». A su juicio cumplir ese trámite, que Francia es uno de los pocos países en tener pendiente, supondría «reconocer derechos lingüísticos a todas las minorías y ponerlos bajo el control de una Corte europea, que juzgará sin tener en cuenta nuestra historia nacional ni nuestras tradiciones republicanas».
Desde su óptica, enfocada en el jacobinismo centralista, la oficialización del euskera, catalán, corso, bretón o alsaciano conduce en último término al «comunitarismo y no a la defensa de un magnífico patrimonio de lenguas y culturas que forjan la riqueza de nuestro país». Esta idea sintoniza con la última reforma constitucional en la materia que en 2008 reconoció que esos idiomas pertenecen al patrimonio de Francia pero dejó intacto el artículo 2 de la Carta Magna que desde 1992 estipula que «la lengua de la República es el francés».
Fonte: la voz digital
Esti Sarkozy ye la repera, nun cala na necesidá democrática de potenciar les llingües minorizaes europees al menos, que ye lo suyu y lo de nos.
ResponderEliminarDe les argumentacions més incoherents he llegit mai, què cony vol dir amb "comunitarisme"?
ResponderEliminarEl comunitarisme és la ideologia alternativa al liberalisme, que bàsicament estableis que el dret de la societat està per sobre del dret de l'individu, especialment si el dret de l'individu pot suposar un perill per a la cohesió social.
ResponderEliminarPer això en Sarkozy, que es caracteritza per ser un dels líders del liberalisme, parla de comunitarisme com si fos un insult.
Igualment, el comunitarisme és el que antigament es coneixia per feixisme o comunisme; el liberalisme és el que antigament es coneixia per capitalisme. Les mateixes idees amb diferents collars.